¿OÍR O ESCUCHAR? por Jorge Azama
Según la Real Academia Española (RAE), los verbos “oír” y “escuchar” se refieren a distintas acciones, a saber:
- Oír : (del latín “Audire”) tr. Percibir con el oído los sonidos.
- Escuchar : (del latín “Ascultare” o “Auscultare”) tr. Prestar atención a lo que se oye.
En estos tiempos de tanto desarrollo tecnológico, con tanta información disponible en internet, literalmente a un “click”, y con la vida tan atareada y vertiginosa a la que estamos sometidos a diario los seres humanos, ¿estamos acostumbrados a “escuchar” o solamente a “oír” nuestro entorno?.
Partiendo de esta pregunta (aparentemente simple), intentaremos en el presente artículo discriminar si estamos perdiendo el buen hábito de “escuchar” o si solo nos estamos conformando mayormente con “oír” lo que pasa a nuestro alrededor, para después intentar relacionar esto con las habilidades que debe tener una persona aficionada a la música o al cine, así como un profesional dedicado a la Ingeniería de Sonido, Producción Musical, Educación Musical, Acústica o cualquier otra profesión relacionada directamente al sonido y su manipulación.
Según las dos definiciones mencionadas al inicio, podemos determinar una primera gran diferencia entre los actos de “oír” y “escuchar”: el primero implica, en su sentido más primario, el uso del sistema auditivo con el que contamos todos los seres humanos, mientras que el segundo añade en su definición un aspecto adicional muy importante que marca una enorme diferencia: prestar atención.
Por lo tanto, según han determinado algunos estudiosos de la audición, podríamos considerar que el “oír” es una capacidad primaria y continua, determinada por un fenómeno fisiológico que consiste en la recepción de un estímulo sonoro a través del oído, que puede ser consciente o inconsciente, que no requiere nuestra atención o concentración, y sobre el cual no tenemos ningún control. Por otro lado, el “escuchar” es bastante más complejo, porque se refiere a una habilidad secundaria y temporal, que necesariamente debe ser un proceso psicológico consciente, que nos permite interpretar un estímulo recibido por el oído, y que requiere de atención y concentración para adquirir conocimiento y recibir información.
Entonces, con tanta contaminación acústica y tantos estímulos audiovisuales a los que estamos constantemente sometidos en la vida cotidiana, debido en gran parte al desarrollo de la tecnología que nos permite contar hoy con auriculares muy sofisticados, auriculares in-ear (con hasta cuatro altavoces diminutos), o aquellos más modernos de conducción ósea (que permiten recibir información sonora colocando los transductores en la sien, fuera del canal auditivo, en contacto directo con el hueso temporal, estimulando nuestro sistema auditivo por vibración directa hacia el cráneo), muchas veces simplemente usamos estos equipos para aislarnos del ruido externo y “oír” algo en segundo plano (música, podcasts, audiolibros, etc.) que nos parezca más agradable, mientras realizamos alguna otra acción (caminar, ir en bicicleta, hacer ejercicios, correr, leer, cocinar, etc.).
Si hacemos un poco de memoria, y revisamos un poco la historia de los medios de radiodifusión, podemos recordar que, hasta la invención de la televisión en 1927 en los Estados Unidos (y su posterior masificación en este país a finales de la década de los 30’s), el medio más popular era la radio, y su “escucha” se consideraba una actividad hogareña, casi como un ritual diario en cada hogar, en el que las familias se reunían en la sala alrededor del aparato receptor para atender a noticias, música o una radionovela, prestándole prácticamente toda su atención.
(Fuente: Getty Images)
Un hito muy importante que confirmó la importante influencia e importancia de este medio de difusión fue el conocido incidente ocurrido en Nueva York el 30 de Octubre de 1938, en el que Orson Welles (reconocido hombre de radio y cine), realizó una adaptación radial de “La Guerra de los Mundos”, novela de ciencia-ficción escrita por Herbert George Wells y publicada en 1898, en la cual se narra una invasión extraterrestre. Fue tal la intensidad de la interpretación de ese programa, que muchos ciudadanos de Nueva York, que lo estaban escuchando, creyeron firmemente que los alienígenas estaban invadiendo dicha ciudad, generando una histeria colectiva sin precedentes, llevando al extremo a muchas personas, que se suicidaron por temor a ser capturados por los visitantes. Ésta fue una gran demostración del impacto que puede tener el acto de “escuchar” en la psiquis del ser humano. Todos hemos pasado por la experiencia de que, solo con un sonido o un pequeño fragmento de una canción, podemos ponernos alegres, tristes, nostálgicos o recordar lugares y personas de manera muy vívida.
Para quienes trabajamos en las diferentes labores relacionadas con el sonido y su manipulación, el acto de “escuchar” es fundamental. Para ello, y según los expertos que han investigado y estudiado lo que ellos llaman “El Arte de Escuchar”, uno de los aspectos más importantes de este acto cognitivo activo es practicar una “escucha activa”, que implica un proceso consciente para enfocar nuestra atención en el estímulo sonoro, sin ser molestados o interrumpidos por otros estímulos.
Y definitivamente, una de las mejores herramientas para mejorar nuestra escucha activa es el Entrenamiento Auditivo, no solo en el campo musical (que implica el reconocimiento de notas musicales, intervalos, escalas, modos, etc.) sino también desde el aspecto técnico (reconocimiento de timbres, de tipos de efectos de reverberación, tiempo, amplitud y/o modulación, distorsión armónica, afinación, etc.). El entrenamiento auditivo es un proceso largo que requiere, de parte de quien lo practica, disciplina y perseverancia. Así como un corredor no puede completar una maratón al primer día de su práctica, tampoco podemos pretender tener una escucha “activa” y “crítica” en poco tiempo. Para desarrollar esta capacidad, extremadamente importante en mi humilde opinión, es necesario tomar conciencia permanente de los sonidos que nos rodean en nuestra vida cotidiana para luego, en un entorno más controlado, como por ejemplo un estudio de grabación, mezcla o masterización, poder enfocarnos y ser mucho más analíticos con lo que escuchamos.
En el entorno profesional, para poder desarrollar y usar eficientemente estas habilidades, es necesario, primero dar el cuidado correcto a nuestros oídos, que son nuestras herramientas más importantes de escucha desde el aspecto fisiológico. Una buena profilaxis y mantenimiento de nuestros oídos nos garantizará contar con una herramienta en óptimas condiciones por muchos años. Evite los entornos con niveles de presión sonora muy elevados, y de ser necesario, proteja su sistema auditivos con tapones acústicos.
En segundo lugar, hay que tener una cultura auditiva muy amplia, ya sea en el aspecto musical, cinematográfico, etc. porque al final, todo nuestro trabajo debe tener como objetivo hacer llegar correctamente al público el mensaje sonoro que el compositor, músico o diseñador de sonido ha creado. Nuestro trabajo se trata de transmitir emociones y sensaciones mediante los estímulos sonoros, y eso implica desarrollar de forma propia la sensibilidad emotiva y sensorial.
Y en tercer lugar, considero también muy importante conocer adecuadamente el o los elementos que utilizamos para escuchar dichos sonidos, sean estos auriculares (de casco o “in-ears”) o monitores (de 2, 3 o más vías). Y junto a ello, tener en cuenta las condiciones acústicas del entorno de escucha. No es necesario tener un ambiente 100% tratado acústicamente, pero si puede ayudarnos mucho, en el caso de no tenerlo, ser al menos conscientes de los problemas de resonancias o cancelaciones por fase que puedan estar ocurriendo en el recinto en que nos encontremos.
Si alguno de estos tres factores no está correctamente desarrollado, la escucha activa/crítica se verá seriamente afectada. Por ejemplo, de nada sirve que tengamos al frente unos monitores o auriculares ultra sofisticados, si nuestro criterio de escucha es deficiente o, por el contrario, tener un alto nivel de entrenamiento auditivo y tener unos transductores de escucha técnicamente defectuosos con una sala con muchos problemas acústicos.
(Fuente: Atlantis Studios / Redtech)
Para terminar, quisiera agradecer a Genelec por invitarme a colaborar con este blog es español, que considero un valioso aporte para toda la comunidad del audio y sonido en Hispanoamérica. Espero que los conceptos compartidos en este artículo sean útiles para los lectores.
Saludos cordiales.
Jorge Azama
Sobre el autor
Jorge Azama es Profesional Técnico en Ingeniería de Sonido, graduado con honores en 1998 del Instituto Superior Tecnológico Orson Welles (Lima, Perú). Miembro de la Audio Engineering Society (AES) desde 2003, galardonado en 2020 con el AES Board of Governors Award, y elegido como Vice-Presidente de AES para Latinoamérica en el período 2022-2025.
Tiene amplia experiencia como Ingeniero de Grabación, Mezcla y Sonido en Vivo, así como en la Docencia, habiendo además dictado conferencias en más de 15 países
sobre temas de Audio Profesional.